sábado, 5 de junio de 2010

Concepciones de aprendizaje Pere Marquès (UAB, 1999) ¿qué concepciones de aprendizaje nos parecen congruentes con el enfoque por competencias y por qué?

Es muy cierto que los procesos de aprendizaje son las actividades que realizan los estudiantes para conseguir el logro de los objetivos educativos que pretenden, constituyendo notablemente el desarrollo individual de cada estudiante de acuerdo a la asimilación de conocimientos nuevos y la forma de el desenvolvimiento grupal, por el cual se menciona esas dos vertientes; de la personal y la otra social, ya que son muy importantes en su desarrollo educativo.


Pues en lo particular las concepciones de aprendizaje que parece congruentes con el enfoque por competencias pues es:

Aprendizaje Significativo (D. Ausubel J. Novak), ya que según menciona que este aprendizaje debe de ser significativo y no memorístico, y que para los nuevos conocimientos deben relacionarse con los saberes previos que posea el aprendiz, el cual se lleva una estructura de los contenidos y las actividades a realizar el alumno por parte del profesor, para que los conocimientos adquiridos sean significativos.

Ya que lleva a cabo una condiciones para el aprendizaje, significabilidad lógica que se relaciona con los conocimientos previos, significabilidad psicológica que se refiere al desarrollo del alumno y la parte sobre la actitud y motivación.

Se habla también de la relación de los nuevos conocimientos con los saberes previos, donde se involucra a la mente con las relaciones semánticas y de acá se desprende la utilización de organizadores previos en donde se facilita la activación de los conocimientos previos relacionados con el aprendizaje que se requiere realizar y pues una de las partes interesantes es sobre la funcionalidad de los aprendizajes, involucrándolo que realmente tengas interés y que sean útiles para el estudiante.

Constructivismo, donde J. Piaget, en sus estudios sobre la epistemología genética, en los que determina las principales fases en el desarrollo cognitivo de los niños, elaboró pues un modelo sobre el desarrollo de la inteligencia y del aprendizaje en general a partir de la consideración de la adaptación de los individuos al medio.

Ya que toma varios puntos inmersos dentro del ámbito de las competencias, considera tres estadios de desarrollo cognitivo (sensorio-motor, operaciones concretas y operaciones formales) todas para un buen desarrollo de la inteligencia.

Se habla también de la construcción del propio conocimiento mediante la interacción constante con el medio: donde se dice que lo que se puede aprender a cada momento, ya que los estudiantes aprenden y comprenden mejor cuando están envueltos en tareas y temas que cautivan su atención, le ponen mayor empeño y entusiasmo.

Y pues este parte del texto me llamó mucho la atención, Aprender no significa ni reemplazar un punto de vista (el incorrecto) por otro (el correcto), ni simplemente acumular nuevo conocimiento sobre el viejo, sino más bien transformar el conocimiento. Esta transformación, a su vez, ocurre a través del pensamiento activo y original del aprendiz. Así pues, la educación constructivista implica la experimentación y la resolución de problemas y considera que los errores no son antitéticos del aprendizaje sino más bien la base del mismo.

Socio-constructivismo. Basado en muchas de las ideas de Vigotski, considera también los aprendizajes como un proceso personal de construcción de nuevos conocimientos a partir de los saberes previos (actividad instrumental), pero inseparable de la situación en la que se produce.

Tomando como referencia la importancia de la interacción social en donde aprender significa “aprender con otros”, recoger también sus puntos de vista.

Incidencia en la zona de desarrollo próximo donde se refiere a la utilización de los andamios donde el aprendiz puede apoyarse para lograr un trabajo de calidad y apegado a los puntos estratégicos.

Y pues donde en la actualidad el aprendizaje colaborativo y el aprendizaje situado, donde el aula prácticamente es el campo de interacción de ideas, representaciones y valores. Y de esta manera los alumnos adquieren de manera individual diferentes formas de ver y resolver los mismos materiales construyendo su conocimiento según sus esquemas. Sus saberes y experiencias previas en su contexto.

¿El aprendizaje es algo tan trivial que se puede observar y medir con base en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera?

Pues en mi punto de vista el aprendizaje no lo considero como algo trivial ya que eso se va adquiriendo y asimilando desde el momento de la ejecución de algo productivo para tu persona.

Y una de las formas para ir adquiriendo realmente un aprendizaje y que sea significativo es a través de las competencias, involucrando todo un proceso de habilidades, actitudes, valores y la forma de procesar la información para convertirla en algo útil para nuestra satisfacción personal o educativa, y de allí deducir el porqué es interesante para nuestro desarrollo a lo largo de nuestra vida cotidiana o laboral.

Y con unas simples preguntas desde luego que no podemos medir el propósito de los contenidos de x asignatura, ya que las preguntas no evalúan aprendizajes sino conocimientos.

domingo, 9 de mayo de 2010

Este es un enlace para que conozcan la ubicación de la comunidad donde trabajo

http://mexico.pueblosamerica.com/c/popolnah

Foto de algunas alumnas de la generación 2005-2008
en el festival conmemorativo al 10 de Mayo

Fotos del desfile del 20 de Noviembre de 2009

Los saberes de mis estudiantes

Los estudiantes saben hacer muchísimas cosas en internet como por mencionar algunos y el más recurrido el chat para pláticas en tiempo real, Inscribirse a espacios sociales para compartir sus fotos, videos, música, etc; como lo son el Facebook, Metroflog, Twitter, etc…

La investigación de información en diferentes buscadores para cumplir con sus encomiendas de las asignaturas que cursan.
Búsqueda de algunos programas (software) para satisfacer algunas necesidades de las tareas del colegio como por ejemplo el diseño, la grabación de voz, karaoke, entre otros.

Una de las partes importantes para aprovechar al máximo el uso de la tecnología es aplicando estrategias que induzcan al alumno por si solo utilizar esta herramienta y que es prácticamente necesaria hoy en día, platicando con ellos sobre el uso de esta potente herramienta quedaron en crear cada quién su blog para subir sus tareas y compartirlos con todos los compañeros de grupo y por su puesto con el maestro de la asignatura, también les pareció interesante no sólo para utilizar su blog en mi asignatura sino en todas las asignaturas claro siempre y cuando el maestro de las otras asignaturas acepte apoyar a los muchachos de esta manera utilizando junto con ellos la tecnología primordial hoy en día.

Y así como mencionan varios de los compañeros de grupo de este diplomado que en medida que los muchachos se adentran en el uso de la tecnología aprenden muchas cosas y siempre es bueno el intercambio de información entre los propios compañeros de clase o con el maestro directamente haciéndolo enriquecedor y de esa forma todos aprendemos de todos dentro del ámbito de cualquier asignatura.

viernes, 7 de mayo de 2010

Mi Confrontación Con La Docencia

¿Cómo percibo mi docencia?

Bueno pues es importante recordar como nos iniciamos como docentes.

Inicie mi labor docente por casualidad del destino ya que en mi vida pasó por mi mente ser docente, ya que me incline a estudiar la carrera técnica en Informática después de 5 años de haber concluido la escuela secundaria por cuestiones de salud, y coincido con la compañera Elba Cabrera, estudie la esa carrera técnica para posteriormente trabajar a lo mejor en una oficina pero no como docente ya que para nosotros en ese nivel de estudios es un poco complicado, pues mientras estudiaba estando en 4 semestre me invitaron a dar unos cursos de paquetería de office y base de datos a maestros e instructores del INEA (Instituto Nacional de Educación para Adultos) y sin pensarlos acepte con la ayuda de mi hermanito Miguel Ángel Cahún Castro que por mencionarlo también esta dando clases en el mismo subsistema, grande fue mi sorpresa cuando llegó el primer día de curso, nos presentaron y veía desde luego gente mucho mayor que yo y los nervios se hacían presentes, pero armado de valor teniendo los conocimientos frescos salimos adelante con ese curso. Al término de la carrera nos invitaron a dar un curso pero ahora a maestros del nivel secundaria en el centro de maestros de la Ciudad de Tizimín y pues con gusto aceptamos de allí en adelante me empezó a gustar esta labor de ayudar a gente a transmitirle los conocimientos adquiridos en el colegio que por cierto lo estudie en el CONALEP orgullosamente, saliendo con Mención Honorifica no se a lo mejor eso me ayudó demasiado.

Después de un año de buscar trabajo de andar en el vecino Estado de Quintana Roo, regrese a la pequeña comunidad de donde vivo llamado Colonia Yucatán y me salió la oportunidad de entrar a dar clases en el Colegio de Bachilleres del Estado de Yucatán en la modalidad EMSAD (Educación Media Superior a Distancia) en la comunidad de Popolnáh donde el lenguaje de la gente es la Maya en un 99% , en el 2001 y de allí en adelante inicie con esta linda labor que es la docencia, recuerdo el primer día que me presentaron ante los que fueron mis alumnos, pensaban que iba a ser compañero de estudio y cuando les dijeron que yo les iba a impartir clases se sorprendieron ya que la primera generación era jóvenes en su mayoría arriba de los 18 años y casi estaba igual en edad con ellos.

En los primeros años fue un poco complicado, ya que nosotros como docente teníamos que buscar estrategias de aprendizaje para que los jóvenes pudieran adquirir esos conocimientos en mi caso de Informática, y sobre todo ingeniármelas para que los jóvenes pudieran usar el poco equipo de cómputo que teníamos, pero aún así se logró el objetivo y una muestra de ello es la secretaria que labora en el colegio alumna de la primera generación obteniendo el mejor promedio a nivel Estado.

Algo que me ha motivado mucho en esta labor como docente, es que tuve también la oportunidad de participar como instructor impartiendo cursos de la paquetería de office en la Ciudad de Mérida y Valladolid a docentes compañeros de otras áreas del mismo subsistema.

Hoy en día después de tantos años de experiencia docente y con año y medio llevando la asignatura de Normas de Competencia Laboral, me puedo dar cuenta que la forma de enseñarles a los jóvenes a adquirir los conocimientos esta basada en una enseñanza-aprendizaje por medio de competencias que se evalúa con una guía de observación notando de esta manera el gran avance que tiene el alumno adquiriendo conocimientos.

Mi trabajo como docente aún no teniendo conocimientos de pedagogía más que sólo en algunos cursos de actualización docente, me he visto en utilizar mucho el ingenio y la creatividad para poder llevar a cabo mi labor de calidad, y pues algo más que me ha ayudado es que imparto en una hora de descarga Tutorías, gracias a ello me ha ayudado demasiado a identificar a cada alumno teniendo su historial académico y acompañarlos y ser mediador de su avance educativo; ser tutor y docente al mismo tiempo implica un mayor esfuerzo pero les digo vale la pena porque siento que de esa manera ayudo a estos jóvenes a inducirlos a que adquieran esos conocimientos, habilidades y sobre todo lleno de valores, que necesitan para integrarse a un nivel superior, en el trabajo y de manera mas general a la vida para ser gente de bien ante la sociedad.

Mucho éxito compañeros esperando comentarios… saludos y ánimo grupo 037, Saludos desde Yucatán…

miércoles, 5 de mayo de 2010

Reflexion de acuerdo a la lectura de la Aventura de ser maestro de José M. Esteve

•¿Qué relación guarda "El malestar docente" con nuestra historia personal y qué hacemos o podemos hacer para combatirlo?

Hola estimado tutor y compañeros del grupo 037:

La lectura de la aventura de ser maestro, es algo que está lleno de reflexiones en nuestra trayectoria como docentes, ya que en muchas de las ocasiones nos vemos involucrados en lo que comenta la lectura, en lo particular me vi reflejado, porque como todo inicio de nuestra labor como docentes nos enfrentamos a una serie de manojos de nervios, recuerdo el primer día era tanto el nerviosismo que por ratos me quedaba callado antes de continuar con la explicación y sobre todo que en su mayoría del grupo eran más mujeres que hombres y sentía que cada movimiento era seguido por los más de 100 ojos entre los alumnos, de hecho cuando me presente ante los alumno, recuerdo que una de las alumnas preguntó; ¿Disculpe maestro como dijo que se llama?, y por nerviosismo mejor lo escribí en el pizarrón, pero en fin son muchas las experiencias agradables que vas teniendo, y la lectura refleja que de los errores se aprende y como bien comentaba anteriormente y realmente se aprende bien, aquel maestro que dice que él no comete errores a lo mejor es que comete mas de los que aceptamos que como seres humanos estamos llenos de errores y gracias a ellos mejoramos cada día más.

A lo largo ya de 8 años involucrado en la docencia, no he dejado de aprender de mis errores, claro que aquellos errores que cometimos en un principio han mejorado demasiado y de los otros errores que se van cometiendo se van mejorando nuestra labor, a lo mejor los errores no se acaben hasta que llegue el momento de jubilarte, pero tendremos la satisfacción que siempre hicimos lo mejor en nuestra labor.

Algo muy importante que menciona la lectura es que debemos adecuar los contenidos al nivel que traen los alumnos para irlos moldeando a su ritmo y dejarlos en el camino, como muchas de las veces sucede.

Créanme que al iniciarme habían alumnos que se acercaban y decían maestro le digo la verdad “su clase me aburre” ya que cuando empieza a explicar me da hasta sueño… enseguida se me vino a la mente si este alumno dice esto me imagino que los demás pensaran lo mismo, desde ese momento reconocí que estaba en un error y que tenía que mejorar y encontrar una estrategia para que esto deje de suceder y en lugar de decir que mi clase es aburrida que digan que interesante me pareció la clase.

He leído los trabajos de los demás compañeros y uno de ellos que me llamó más la atención es del compañero Esteban Calderón Moya ya que en su sinceridad refleja la angustia que pasa aun teniendo 10 años en la labor docente y me mucho gusto que acepte sus errores y estoy seguro que mejorara su labor a lo largo que nos vamos involucrando más en esta especialización y sobre con la lectura de Esteve deja mucho que desear.

Algo que es un poco complicado de manejar es la disciplina, ya que como menciona Esteban Calderón, se va mejorando pero siempre tenemos esa inquietud cuando vamos a empezar a trabajar con un grupo nuevo y que estrategias podemos utilizar para controlar al grupo y como dice la lectura, no sonreír hasta que llegue la navidad; y lo más importante es la convivencia con los alumnos desde luego marcando una línea imaginaria de respeto al mismo tiempo creando un ambiente de convivencia.

Y como comenta la lectura de la carta Freire, tenemos que encontrarle un sentido a la lectura y comprenderlo de la mejor forma posible y de esa manera poder transmitirlo con sentido para que nuestros alumnos logren enfocar su aprendizaje y les sea significativo.

Hoy en día he mejorado, pero reconozco que me falta mejorar en muchos aspectos y que gracias a la lectura de Esteve, ya me empiezo a imaginar con la mejora de las estrategias para hacerlas más amenas y hacer de cada clase un mundo interesante incitando a los alumnos a participar sin que ellos se den cuenta que lo hacen.

Aun con obstáculos que se podrían llamar “malestar docente” el que le tiene amor a la camiseta se la pone y con orgullo la lleva venciendo cada obstáculo que se presente cada día en el aula, para el bien de nuestros jóvenes estudiantes que son el futuro de México.

Felicidades grupo 037

Saludos desde Yucatán

Lectura sobre la aventura de ser maestro

La aventura de ser maestro

José M. Esteve
Universidad de Málaga

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Ponencia presentada en las XXXI Jornadas de Centros Educativos

Universidad de Navarra. 4 de febrero de 2003

Tras veinticinco años de recorrido profesional, el autor afirma que se aprende a ser profesor por ensayo y por error. En el camino deben sortearse distintas dificultades, como elaborar tu propia identidad profesional, dominar las técnicas básicas para ser un buen interlocutor, resolver el problema de la disciplina y adaptar los contenidos al nivel de conocimiento del alumnado.

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La enseñanza es una profesión ambivalente. En ella te puedes aburrir soberanamente, y vivir cada clase con una profunda ansiedad; pero también puedes estar a gusto, rozar cada día el cielo con las manos, y vivir con pasión el descubrimiento que, en cada clase, hacen tus alumnos.

Como casi todo el mundo, yo me inicié en la enseñanza con altas dosis de ansiedad; quizás porque, como he escrito en otra parte, nadie nos enseña a ser profesores y tenemos que aprenderlo nosotros mismos por ensayo y error. Aún me acuerdo de mi primer día de clase: toda mi seguridad superficial se fue abajo al oír una voz femenina a mi espalda: “¡Qué cara de crío. A éste nos lo comemos!”. Aún me acuerdo de mi miedo a que se me acabara la materia que había preparado para cada clase, a que un alumno me hiciera preguntas comprometidas, a perder un folio de mis apuntes y no poder seguir la clase... Aún me acuerdo de la tensión diaria para aparentar un serio academicismo, para aparentar que todo estaba bajo control, para aparentar una sabiduría que estaba lejos de poseer...

Luego, con el paso del tiempo, corrigiendo errores y apuntalando lo positivo, pude abandonar las apariencias y me gané la libertad de ser profesor: la libertad de estar en clase con seguridad en mí mismo, con un buen conocimiento de lo que se puede y lo que no se puede hacer en una clase; la libertad de decir lo que pienso, de ensayar nuevas técnicas para explicar un tema, de cambiar formas y modificar contenidos. Y con la libertad llegó la alegría: la alegría de sentirme útil a los demás, la alegría de una alta valoración de mi trabajo, la alegría por haber escapado a la rutina convirtiendo cada clase en una aventura y en un reto intelectual.

Pensar y sentir

El camino y la meta me los marcó Unamuno en una necrológica de Giner de los Ríos, leída por azar en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza: “Era tan hombre y tan maestro, y tan poco profesor -el que profesa algo-, que su pensamiento estaba en continua y constante marcha, mejor aun, conocimiento... y es que no escribía lo ya pensado, sino que pensaba escribiendo como pensaba hablando, pensaba viviendo, que era su vida pensar y sentir y hacer pensar y sentir”.

”Era su vida pensar y sentir y hacer pensar y sentir”... Miguel de Unamuno y su preocupación por enlazar pensamiento y sentimiento... Nunca encontré una mejor definición del magisterio: dedicar la propia vida a pensar y sentir, y a hacer pensar y sentir; ambas cosas juntas. Muchos colegas coinciden en este punto. Mª Carmen Díez, desde la escuela primaria, expresa así su visión actual de la enseñanza: “ahora entiendo la escuela como un sitio adonde vamos a aprender, donde compartimos el tiempo, el espacio y el afecto con los demás; donde siempre habrá alguien para sorprenderte, para emocionarte, para decirte al oído algún secreto magnífico”. Fernando Corbalán, un profesor de secundaria, tras hablarnos de que en clase tenemos que divertirnos, buscar el ansia de saber y propiciar una atmósfera de investigación, concluye: “Y no se piense que sólo se abre la mente a los alumnos. También la del profesor se expande y se llena de nuevos matices y perspectivas más amplias, y funciona la relación enriquecedora en los dos sentidos. Mi experiencia, al menos, me dice que algunos de los juegos y problemas con los que he disfrutado, y que sigo utilizando, han tenido su origen en la dinámica de la clase... Y cuando se crea esa atmósfera mágica en clase, con los fluidos intelectuales en movimiento, pocas actividades hay más placenteras”.

Hace tiempo, descubrí que el objetivo es ser maestro de humanidad. Lo único que de verdad importa es ayudarles a comprenderse a sí mismos y a entender el mundo que les rodea. Para ello, no hay otro camino que rescatar, en cada una de nuestras lecciones, el valor humano del conocimiento. Todas las ciencias tienen en su origen a un hombre o una mujer preocupados por desentrañar la estructura de la realidad. Alguien, alguna vez, elaboró los conocimientos del tema que explicas, como respuesta a una preocupación vital. Alguien, sumido en la duda, inquieto por una nueva pregunta, elaboró los conocimientos del tema que mañana te toca explicar. Y ahora, para hacer que tus alumnos aprendan la respuesta, no tienes otro camino más que rescatar la pregunta original. No tiene sentido dar respuestas a quienes no se han planteado la pregunta; por eso, la tarea básica del docente es recuperar las preguntas, las inquietudes, el proceso de búsqueda de los hombres y mujeres que elaboraron los conocimientos que ahora figuran en nuestros libros. La primera tarea es crear inquietud, descubrir el valor de lo que vamos a aprender, recrear el estado de curiosidad en el que se elaboraron las respuestas. Para ello hay que abandonar las profesiones de fe en las respuestas ordenadas de los libros, hay que volver las miradas de nuestros alumnos hacia el mundo que nos rodea y rescatar las preguntas iniciales obligándoles a pensar.

Cada día, antes de explicar un tema, necesito preguntarme qué sentido tiene el que yo me ponga ante un grupo de alumnos para hablar de esos contenidos, qué les voy a aportar, qué espero conseguir. Y luego, cómo enganchar lo que ellos saben, lo que han vivido, lo que les puede preocupar, con los nuevos contenidos que voy a introducir. Por último me lanzo un reto: me tengo que divertir explicándolo, y esto es imposible si cada año repito la explicación del tema como una salmodia, con la misma gracia en el mismo sitio y los mismos ejemplos; llevo treinta años oyéndome explicar los temas, en algunas ocasiones, repitiéndolos dos o tres veces en distintos grupos; he calculado que me jubilo el año 2.021 y estoy seguro de que moriré de aburrimiento si me oigo año tras año repitiendo lo mismo, con mis papeles cada vez más amarillos y los rebordes carcomidos. La renovación pedagógica, para mí, es una forma de egoísmo: con independencia del deseo de mejorar el aprendizaje de mis alumnos, la necesito como una forma de encontrarme vivo en la enseñanza, como un desafío personal para investigar nuevas formas de comunicación, nuevos caminos para hacer pensar a mis alumnos... “pensaba hablando, pensaba viviendo, que era su vida pensar y sentir y hacer pensar y sentir...” Desde esta perspectiva, la enseñanza recupera cada día el sentido de una aventura que te rescata del tedio y del aburrimiento, y entonces encuentras la libertad de expresar en clase algo que te es muy querido. Inmediatamente recibes la respuesta: cien alumnos pican el anzuelo de tu palabra y ya puedes dejar correr el sedal, modulas el ritmo de tu explicación a la frecuencia que ellos emiten con sus gestos y sus preguntas, y la hora se pasa en un suspiro -también para ellos-. Y entonces descubres la alegría: ese momento de magia te recompensa las horas de estudio y te hace sentirte útil en la enseñanza.

No hay mejor regalo de los dioses que encontrar un maestro. A veces tenemos la fortuna de encontrar a alguien cuya palabra nos abre horizontes antes insospechados, nos enfrenta con nosotros mismos rompiendo las barreras de nuestras limitaciones; su discurso rescata pensamientos presentidos que no nos atrevíamos a formular, e inquietudes latentes que estallan con una nueva luz. Y, curiosamente, no nos sentimos humillados por seguir el curso de un pensamiento ajeno; por el contrario, su discurso nos libera y nos ensancha creando en nosotros un juicio paralelo con el que reestructuramos nuestra forma de ver la realidad; y luego, extinguida la palabra, aún encontramos los ecos que rebotan en nuestro interior obligándonos a ir más allá, a pensar por nuestra cuenta, a extraer nuevas conclusiones que no estaban en el discurso original... Este es el objetivo: ser maestros de humanidad... a través de las materias que enseñamos, o quizás, a pesar de las materias que enseñamos; recuperar y transmitir el sentido de la sabiduría; rescatar para nuestros alumnos, de entre la maraña de la ciencia y la cultura, el sentido de lo fundamental permitiéndoles entenderse a sí mismos y explicar el mundo que les rodea.

Las dificultades

He hablado de mis precarios inicios en la enseñanza, y de mi visión actual tras treinta años de recorrido profesional; pero, para ayudar a otros a recorrer el mismo camino, tengo ahora que hablar del proceso intermedio, e, inevitablemente, de las dificultades a sortear.

Identidad profesional

El primer problema consiste en elaborar tu propia identidad profesional. Esto implica cambiar tu mentalidad, desde la posición del alumno que siempre has sido, hasta descubrir en qué consiste ser profesor. Y aquí aparecen los primeros problemas, porque hay enseñantes que no aceptan el trabajo de ser profesor. Las dificultades suelen ser distintas entre los profesores de primaria respecto a los de secundaria.

Entre los de primaria el peor problema es la idealización: la formación inicial que han recibido suele repetir con insistencia lo que el buen profesor “debe hacer”, lo que “debe pensar” y lo que “debe evitar”; pero nadie les ha explicado, en términos prácticos, cómo actuar, cómo enfocar los problemas de forma positiva y cómo eludir las dificultades más comunes. Han aprendido contenidos de enseñanza, pero no saben cómo organizar una clase, ni cómo ganarse el derecho a hacerse oír. Así, se les ha repetido hasta la saciedad la importancia de la motivación para el aprendizaje significativo: “el buen profesor debe motivar a sus alumnos”; pero nadie se ha preocupado de que aprendieran de forma práctica diez técnicas específicas de motivación. Pese a que una de las principales tareas a desarrollar en su trabajo será la enseñanza de la lectura y la escritura, muy pocas diplomaturas de maestro incluyen un curso de lectoescritura, mientras que es frecuente que se dediquen cursos enteros al aprendizaje de la fonética.

Por estos caminos, al llegar al trabajo práctico en la enseñanza, el profesor novato se encuentra con que tiene claro el modelo de profesor ideal, pero no sabe cómo hacerlo realidad. Tiene claro lo que debería hacer en clase, pero no sabe cómo hacerlo. “El choque con la realidad” dura dos o tres años; en ellos el profesor novato tiene que solucionar los problemas prácticos que implica entrar en una clase, cerrar la puerta y quedarse a solas con un grupo de alumnos.

En este aprendizaje por ensayo y error, uno de los peores caminos es el de querer responder al retrato robot del “profesor ideal”; quienes lo intentan descubren la ansiedad de comparar, cada día, las limitaciones de una persona de carne y hueso con el fantasma etéreo de un estereotipo ideal. Desde esta perspectiva, si las cosas salen mal es por que yo no valgo, por que yo no soy capaz de dominar la clase; y, de esta forma, los profesores novatos se ponen a sí mismos en cuestión, y, a veces, cortan los canales de comunicación con los compañeros que podrían ayudarles: ¿cómo reconocer ante otros que yo tengo problemas en la enseñanza, si el “buen profesor” no “debe” tener problemas en clase? Como señala el artículo de Fernández Cruz, la identidad profesional se alcanza tras consolidar un repertorio pedagógico y tras un periodo de especialización, en el que el profesor novato tiene que volver a estudiar temas y estrategias de clase, ahora desde el punto de vista del profesor práctico y no del estudiante de magisterio.

Entre los profesores de secundaria, el problema de la identidad profesional es mucho más grave. Como señala Fernando Corbalán: “la inmensa mayoría de los profesores de secundaria nunca tuvimos una vocación clara de enseñantes... Estudiamos una carrera para otra cosa (matemático profesional, químico, físico,...)”. En efecto, nuestros profesores de secundaria se forman en unas Facultades universitarias de Ciencias y Letras que, ni por asomo, pretenden formar profesores. En ellas predomina el modelo del investigador especialista. Como resultado de este modelo, el profesor que llega al Instituto para explicar Geografía e Historia, y, con un poco de mala suerte un curso suelto de Ética, se identifica a sí mismo como “medievalista”, ya que, durante los últimos cinco años de su vida, la Universidad le ha insistido en la necesidad de estudiar Paleografía, Epigrafía y Numismática, Latín y Árabe para acceder a los documentos medievales, y se le ha iniciado en el trabajo de Archivo, centrándole en una época histórica muy determinada y permitiéndole olvidar el resto de la historia. Al parecer, nadie se ha puesto a pensar en el problema de identidad que sobreviene a nuestro medievalista cuando se enfrenta a una clase bulliciosa de treinta adolescentes en una zona rural o en un bario conflictivo. El sentimiento de error y de autoconmiseración se apodera de nuestro nuevo profesor. El es un investigador, un medievalista, ha pasado dos veranos en el archivo de Simancas preparando su Tesina entre documentos originales que él es capaz de descifrar... ¿por qué le obligan ahora a enseñar Historia General, que no es lo suyo, y, de paso Geografía y Ética? Y, además, descubre horrorizado que los alumnos no tienen el menor interés por la Historia, y que temas claves de su especialidad -como el apasionante tema de su tesina- se despachan con dos párrafos en el libro de texto.

Para colmo, nuestro futuro profesor de secundaria se da cuenta de que no sabe cómo organizar una clase, cómo lograr un mínimo orden que permita el trabajo y cómo ganarse la atención de los alumnos. Aquí, el problema de perfilar una identidad profesional estable pasa por un auténtico proceso de reconversión, en el que el elemento central consiste en comprender que la esencia del trabajo del profesor es estar al servicio del aprendizaje de los alumnos. ¡Qué duro resulta comprender esto a la mayor parte de nuestros profesores de secundaria y de Universidad! Ellos son investigadores, especialistas, químicos inorgánicos o físicos nucleares, medievalistas o arqueólogos, ¿por qué van ellos a rebajar sus niveles de conocimientos a la mentalidad de treinta adolescentes bárbaros? ¡Hay que mantener el nivel! -gritan exaltados-, y ello significa, en la práctica, que dan clase para dos o tres privilegiados, mientras el resto de los alumnos van quedando descolgados. Y además, hasta el fin de sus días, vivirán la enseñanza rumiando la afrenta de que la sociedad les obligue a abandonar el Olimpo de su investigación para mantener contacto un grupo de adolescentes.

Por contra, algunos profesores consiguen estar a gusto en su trabajo, y descubren que esto pasa, necesariamente, por una actitud de servicio hacia los alumnos, por el reconocimiento de la ignorancia como el estado inicial previsible, por aceptar que la primera tarea es encender el deseo de saber, por aceptar que el trabajo consiste en reconvertir lo que sabes para hacerlo accesible a un grupo de adolescentes... Un viejo maestro me decía que, enseñar al que no sabe está catalogado, oficialmente, entre las obras de misericordia; y, en efecto, hace falta un cierto sentido de la humildad para aceptar que tu trabajo consiste en estar a su servicio, en responder a sus preguntas sin humillarlos, en esperar algunas horas en tu despacho por si alguno quiere una explicación extra, en buscar materiales que les hagan asequible lo esencial, y en recuperar lagunas de años anteriores para permitirles acceder a los nuevos conocimientos. Lo único verdaderamente importante son los alumnos... Esa enorme empresa que es la enseñanza no tiene como fin nuestro lucimiento personal, nosotros estamos allí para transmitir la ciencia y la cultura a las nuevas generaciones, para transmitir los valores y las certezas que la humanidad ha ido recopilando con el paso del tiempo, y advertir a las nuevas generaciones del alcance de nuestros grandes fracasos colectivos. Esa es la tarea con la que hemos de llegar a identificarnos.

Comunicación e interacción

El segundo problema a solucionar para ganarse la libertad de estar a gusto en clase hace referencia a nuestro papel de interlocutor. Un profesor es un comunicador, es un intermediario entre la ciencia y los alumnos, que necesita dominar las técnicas básicas de la comunicación. Además, en la mayor parte de los casos, las situaciones de enseñanza se desarrollan en un ámbito grupal, exigiendo de los profesores un dominio de las técnicas de comunicación grupal. Por tanto, ese proceso de aprendizaje inicial, que ahora se hace por ensayo y error, implica entender que una clase funciona como un sistema de comunicación e interacción.

Una buena parte de las ansiedades y los problemas de los profesores debutantes se centran en este ámbito formal de lo que se puede y lo que no se puede decir o hacer en una clase. El profesor novato descubre enseguida que, además de los contenidos de enseñanza, necesita encontrar unas formas adecuadas de expresión, en las que los silencios son tan importantes como las palabras, en las que el uso de una expresión castiza puede ser simpático o hundirnos en el más espantoso de los ridículos. El problema no consiste sólo en presentar correctamente nuestros contenidos, sino también en saber escuchar, en saber preguntar y en distinguir claramente el momento en que debemos abandonar la escena. Para ello hay que dominar los códigos y los canales de comunicación, verbales, gestuales y audiovisuales; hay que saber distinguir los distintos climas que crean en el grupo de clase los distintos tonos de voz que el profesor puede usar: un tono grave y pausado induce al grupo a la reflexión, mientras que si queremos animar un debate debemos subir algo el tono de voz... etc.

Los profesores experimentados saben qué lugar físico deben ocupar en una clase, dependiendo de lo que ocurra en ella; saben interpretar las señales gestuales que emiten los alumnos para regular nuestro ritmo de clase, y el dominio de éstas y otras habilidades de comunicación requiere entrenamiento, reflexión y una constante actitud de autocrítica para depurar nuestro propio estilo docente. Al final, conseguimos ser dueños de nuestra forma de estar en clase, conseguimos comunicar lo que exactamente queremos decir, y logramos mantener una corriente de empatía con nuestros alumnos.

Disciplina

Otro obstáculo serio a superar, quizás el que genera en los novatos la mayor ansiedad, es el problema de la disciplina. En realidad, es un problema muy unido a nuestros sentimientos de seguridad y a nuestra propia identidad como profesores. En este tema he visto de todo: desde colegas que entran el primer día en clase pisando fuerte, con aires de matón de barrio, porque alguien les ha dado el viejo consejo de que no pueden sonreír hasta Navidad, hasta colegas desprotegidos e indefensos incapaces de soportar el más mínimo conflicto personal. Entre esos dos extremos que van desde la indefensión hasta las respuestas agresivas, el profesor tiene que encontrar una forma de organizar a la clase para que trabaje con un orden productivo. Y, en cuanto comienza a hacerlo, descubre que esto tampoco se lo han enseñado. Se supone que el “buen profesor” debe saber organizar la clase, pero en pocas ocasiones se le ha contado al futuro profesor dónde está la clave para que el grupo funcione sin conflictos.

El viejo supuesto, según el cual, “para enseñar una asignatura lo único realmente importante es dominar su contenido” encuentra en este campo su negación más radical. Entonces, el profesor descubre que debe atender otras tareas distintas a las de enseñar: tiene que definir funciones, delimitar responsabilidades, discutir y negociar los sistemas de trabajo y de evaluación hasta conseguir que el grupo trabaje como tal. Y esto requiere una atención especial, a la que también hay que dedicar un cierto tiempo. El razonamiento y el diálogo son las mejores armas, junto con el convencimiento de que los alumnos no son enemigos de quienes tienes que defenderte. Mi experiencia me dice que los alumnos son seres esencialmente razonables; es posible que, si te dejas, intenten llevarte al huerto y bajar algo tus niveles de exigencia, pero si la razón te asiste y en ella fundas tu propia seguridad, los alumnos saben descubrir muy bien cuáles son los límites.

Contenidos y niveles

Por último, nos queda el problema de adaptar los contenidos de enseñanza al nivel de conocimientos de los alumnos. El profesor novato tiene que entender que ha dejado la Universidad, tiene que desprenderse de los estilos académicos del investigador especialista, y adecuar su enfoque de los conocimientos para hacerlos asequibles a su grupo de clase. Yo también protesto por el bajo nivel con el que me llegan mis alumnos, pero protestar no sirve de nada, tienes los alumnos que tienes, y con ellos no hay más que una alternativa: o los enganchas en el deseo de saber, o los vas dejando tirados conforme avanzas en tus explicaciones. Hay quien, en salvaguarda del nivel de enseñanza, adopta la segunda opción; pero a mí siempre me ha parecido el reconocimiento implícito de un fracaso; quizás porque, como dije antes, hace tiempo que descubrí que en cualquier asignatura, lo único importante es ser maestro de humanidad.

El orgullo de ser profesor

Y ahora, ya, el tiempo corre en mi contra. No espero nada nuevo del futuro: he hecho lo que quería hacer, y estoy donde quería estar. Es posible que mucha gente piense que ser profesor no es algo socialmente relevante, pues nuestra sociedad sólo valora el poder y el dinero; pero a mí me queda el desafío del saber y la pasión por comunicarlo. Me siento heredero de treinta siglos de cultura, y responsable de que mis alumnos asimilen nuestros mejores logros y extraigan consecuencias de nuestros peores fracasos. Y, junto a mí, veo a un nutrido grupo de colegas, en las zonas rurales más apartadas y en los barrios más conflictivos, orgullosos de ser profesores, trabajando día a día por mantener en nuestra sociedad los valores de la cultura y el progreso... entre ellos hay valiosos maestros de humanidad: hombres y mujeres empeñados en enseñar a sus alumnos a enfrentarse consigo mismos desde el preescolar hasta la Universidad.

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MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936)

Escritor, filósofo, humanista. Rector de la Universidad de Salamanca. Autor de una extensa obra literaria en la que destacan sus ensayos, en los que analiza la realidad social con una visión crítica y con una fuerte implicación personal. Se le considera uno de los mejores representantes de la Generación del 98. Su enfrentamiento a la dictadura de Primo de Rivera le llevó al destierro.

FRANCISCO GINER DE LOS RIOS (1839-1915)

Catedrático de derecho de la Universidad de Madrid. En 1876 renuncia a su puesto en defensa de la libertad de cátedra y funda la Institución Libre de Enseñanza, la institución educativa más innovadora en la España de finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Su Residencia de Estudiantes es el centro clave de reunión y de formación de los mejores intelectuales y artistas españoles del siglo XX.